Pues entre los días confusos, están los extraños, que resultan los más confusos. En éstos comúnmente uno no entiende nada, y se encuentra tan confuso que le costará incluso recordar los acontecimientos, e incluso cuando pueda recordarlos, le costará darles valor, razones o una pizca de entendimiento. Y resultan singularmente chocantes estos días, porque en ellos no funcionan la lógica ni las leyes de la causalidad. Uno nunca logra saber si algo importante, y a su vez desconcertante, que pasó durante un día así fue a consecuencia del día o fue su causa. Aun pareciendo una bobada, provoca algunos quebraderos de cabeza cuando el extraño y confuso día desaparece tal como vino entre las brumas del tiempo y sus propias borrosidades para dejar tan sólo aquél evento, o suceso de sucesos, fatídico que ha golpeado para siempre tu mundo de manera irreparable.
Creo que existe otra modalidad también, sería la sucesión de días levemente confusos. Dicho lapso de tiempo se identifica por cierto sentimiento de abandono e insensibilidad, exactamente de apatía, una depresión sin presión, sin dolor. El problema de estos días se encuentra más que en la falta de concentración vital, como sucedería especialmente en los días extraños, en la falta de estímulos de interés (quizá sería más correcto decir interés en los estímulos). Se suceden las horas, los días, y en casos extremos las semanas o los meses, a igual cámara lenta y sin pena ni gloria. La desdicha no existe en estos días exceptuando breves momentos de “lucidez”, del mismo modo que la dicha. El tiempo pasa sin envejecer, los eventos acaecen sin dejar mella, la gente habla sin ser entendida, el sol ilumina sin calentar y la lluvia cae sin formar arco iris alguno. Lo más curioso de estos momentos es su parecido con los días extraños, no terminan, sino que “deben haber terminado”. Desaparecen del mismo modo sutil y sigiloso en que aparecieron y en que pueden volver a aparecer, por que es imposible saber si han acabado o sólo se están tomando un respiro.
En cuanto podáis, tomaros un respiro y gozad, antes de que vuelvan las nieblas del otoño.