¿Te vienes a mi casa? Está en la calle Venecia, no es muy grande y me han cortado el agua pero nos las arreglaríamos, siempre que no quieras quitarte las legañas por la mañana. ¿Qué me dices de una última copa, o tres, a la luz de las velas? Bueno, de la vela, que sólo me queda una por soplar pero tengo destilados de sobra. Tampoco me hace falta mucha luz, ahora que es verano la tengo gratis la mayor parte del tiempo. Y para verme por las noches basta con bajar a los bares. ¿Has probado alguna vez cereales en ginebra para desayunar? No es peor que un güisqui con cola, solo que yo no puedo con la coca-cola antes de media mañana.
Y avanza la noche dejándose cada hora atrás olvidada, a la distancia justa para que no puedan darle alcance. Entonces las horas perdidas van arremolinándose todas juntas en los rincones, como el polvo, las pelusas y otras partículas de basura que se arrejuntan en las esquinas, dándose calor, al acecho. Así me percato yo de que se ha acabado la noche, cuando a mi alrededor sólo hay inmundicia sé que me he caído del tren de la noche, al que se le han acabado ya todas las horas. ¿Dónde quedará el tren cuando no le quedan horas? Imposible de saber, yo siempre caigo en el momento antes y he de reconocer que no suelo estar muy atento, por decirlo de algún modo. Supongo que lo guardarán en alguna estación del olvido, a cubierto, para que no lo pinten con sus graffiti los zánganos jóvenes.
¿Qué me dices, te vienes conmigo? ¿Qué importa que no te guste? No se trata de eso. ¿Aún no entiendes nada? Sin luz ni agua en mi casa sólo me queda el gas, pero me suele dejarme más frío que con calor. Busca en tu mollera, seguro que no tienes otra razón de peso para no venir conmigo, así se hacen las cosas. Ves, ven aquí muñeca. A propósito, ¿tienes suelto?, te vendo mi alma. ¿No, pero chica por qué te pones así? ¿No te interesaría tampoco comprarme el corazón?, viene con pedigrí. Si no es por placer puedes hacerlo por caridad, muchas otras mujeres se casan con Dios, por ejemplo. Yo no necesito una sirvienta o una esclava, no podría servirme, sólo quiero un poco de suelto para invitarte a la próxima ronda. Bueno como quieras, ¿pero acaso te casarías conmigo entonces? No entiendo por qué, ¿qué hay de diferente entre lo uno y lo otro?
Vamos, subamos las escaleras, ayúdame a buscar la llave en algún bolsillo de mis pantalones –debería estar por aquí– y una vez abiertas las puertas del cielo ya podemos bajar las escaleras y continuar mirándonos con asco. Entonces, ya, si quieres, puedes irte a tu casa, que en la mía no tengo agua. Aunque si te sientes sola, o simplemente aburrida, entonces sí que puedes quedarte, tranquila no dolerá mucho, no tengo ninguna luz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario